Ante esta fiesta Pascual, después de más de dos mil
años podemos preguntarnos: ¿Qué pienso yo de Jesús? ¿Sigo, en mi vida,
poniéndole en lo más alto de mi vivir y actuar de cada día? Todos mis impulsos,
motivos y actuaciones están alentadas y movidas por, para y por Él. Y para su
Gloria. ¿Es, realmente, Él, el centro de mi vida? ¿O me mueven otros motivos,
impulsos y actuaciones puramente terrenales? ¿Soy consciente que todo lo que
haga a su espalda pertenece a este mundo y, por tanto, será corrupto y
temporal? ¿Dónde realmente estoy? ¿Cómo y en que situación y estado me dirijo a
celebrar y vivir la Pascua? Realmente, ¿voy camino a estar disponible a vivir
el amor por Cristo y en Cristo? ¿Y soy consciente que, solamente en Él, puedo
encontrar esa paz y felicidad que busco desde lo más profundo de mi corazón.
Si así es, abramos nuestros corazones y, confiados en
el Amor y la Misericordia de Dios dispongámonos a vivir a impulsos del Espíritu
Santo dejándonos llevar por su acción. Amén.