No hay otra arma más eficaz y efectiva que el amor. El amor
limpia toda huella del mal y no deja rastro. Solo amando podemos solucionar el
problema del enfrentamiento, la disputa, la venganza y el odio. Solo el amor
solucionaría todos los problemas que plantea este mundo. La solución, pues, es
amar, amar y amar. Y esa es la propuesta de Jesús. Se ha dejado clavar en la
cruz, entregando su Vida, precisamente, por amor. Y por el amor ha reunido a
todos en torno suyo. Después de más de dos mil años, ese amor visible y
derramado en la cruz, sostiene al mundo con esperanza de fraternidad y paz.
Tengamos en cuenta que, cada día, rezamos, posiblemente,
más de una vez el Padrenuestro. Pensemos, ahora, con paciencia y serenidad, lo
que decimos: Padrenuestro que estás en los cielos…Perdónanos nuestras ofensas
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden… ¿Caemos en la cuenta? ¿Nos
damos cuenta de lo que decimos? Si somos capaces de perdonar a quienes nos
ofenden, tal y como Dios nos perdona a nosotros, los problemas de nuestro entorno,
de nuestro pueblo y de todo el mundo se terminarían. ¿Imaginan ustedes ahora
que Rusia y Ucrania se esforzaran en cumplir esta petición? Sin lugar a duda,
la solución está en el perdón.
Y, si nosotros tenemos la posibilidad de salvarnos, es por el perdón que nuestro
Padre Dios nos ofrece y nos regala. Su Misericordia es Infinita. ¿Nos damos
cuenta? La cruz significa eso, amarnos como hermanos en el Señor, porque,
detrás de la cruz está la Resurrección y la plena felicidad eterna. ¿No es eso,
en definitiva, lo que buscamos? Pues, tengámoslo en cuenta, amar es la solución.
Y el amor pasa por el perdón. Amén.