Señor, gracias por ser nuestro pan, porque te dejas comer por nosotros, porque nos ofreces tu vida entera para que vivamos por tu Amor, como Tú vives del Amor del Padre.
Danos, cada día, sabiduría y humildad, para no vivir de mí y de mi vanidad; de mis deseos de poder y de poseer, de la satisfacción de mis caprichos; para vivir de Ti y de tu Amor.
Que cada día, Señor, sepa acoger, como un mendigo que se sabe afortunado, tu Luz, que me ayuda a ver la verdad y la mentira, tu Fuerza, que me sostiene, tu Palabra, que me recuerda quién soy y para qué he nacido, tu Mano, que me defiende, tu Sabiduría, que me conduce a la Vida, tu Mirada, que me da la Paz que a veces no tengo, tu Eucaristía, tu pan y tu vino, que alimenta mi hambre de amor y de alegría. De entregar mi tiempo y mi vida entera, como Tú y siempre contigo. Amén.
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